LA PLUMA VIBRA IMPULSADA POR LA MANO FIRME QUE ESCRIBE AQUELLO QUE EN SU INTERIOR VIVE

DE REGRESO


Caminé, cabizbajo y alicaído y aún así caminé,
por un sendero inhóspito, vacío de testigos,
siquiera dotado de fe.
Caminé, y lo hice con paso firme, sin que me temblaran los pies,
pues las huellas que dejé,
fueron todo el nombre con el que alguien llamó a mi ser.
Caminé porque soy caminante,
porque doy pasos, que me conducen a lo más inquietante
a aquello que nunca conocí,
ahí en esa incertidumbre
silencié todo de mí y me limité a vivir.
Ahora ya tengo nombre, ya sé que algo de mí quedó aquí.
Ahora, cuando por este sendero serpenteante, lleno de ti, camino,
sé que lo mejor, aún me resta por vivir.
A veces, sincero, me oculto bajo un claro diáfano de cielo,
de todo ese cielo que siempre veló por mí.
Hoy, de nuevo me presento, con un porte de nobleza, distinguido,
tal y como mi anciana abuela tejió para mí.
Si, soy yo, ese que te espera,
que regresa,
que quiere que sepas, que vuelvo a estar aquí.
Sólo y exclusivamente para que sepas que jamás
en realidad me fui.
Sí, soy Adahir, el sol más poderoso que habita en tí.
He vuelto.

Joanna Escuder
19 de Julio de 2017