LA PLUMA VIBRA IMPULSADA POR LA MANO FIRME QUE ESCRIBE AQUELLO QUE EN SU INTERIOR VIVE

La Verdad: Un Camino por descubrir


Un pretérito Barco de carga,
había sido hábilmente conducido por una desvencijada y ancestral Barcaza,
que sin agotarse ante nada,
colocó en el Camino a aquel que tanta carga llevaba.
Pese a lo desvencijada que estaba,
la Dicha por alcanzar a vivir lo que tanto amaba,
fue más poderosa que nada.
Así con gran ahínco,
remolcó al Barco de carga hasta su sitio.
Al alcanzar puerto,
el Barco descargó todo lo que un lejano día las Estrellas le entregaron,
para que pudieran reconocerlo,
aquellos que eran sus dueños.
En su momento, el Barco partió con temor,
pues para su tristeza, no conocía lo complicado del Camino,
a veces, incluso confundía, sacrificio con castigo.
Sólo gracias a la Fuerza y al Amor de la Barcaza,
el Barco navegaba y navegaba, poniendo a salvo la carga,
para que al tocar Puerto, TODO se desvelara.
Juntas, navegaron las Almas, navegaron en silencio,
navegaron tanto como pudieron.
Hubieron días de fuego,
otros de gran duelo,
algunos pocos de miedo,
aunque la mayoría del tiempo…
ambas tocaban con sus Corazones… el Cielo.
Cada Estrella que les daba la bienvenida,
les regalaba algo nuevo,
que el Barco añadía a la carga para que la Barcaza lo encumbrara,
ya que sólo Ella sabía cómo se hacía eso.
Cuando anclaron en Puerto,
ambas Almas de sus vehículos descendieron,
el Barco resplandecía de Alegría,
gracias a la Barcaza,
no se había perdido nada.
Las Estrellas del Cielo, que tanto confiaron en Ellas,
aplaudían de alegría,
pues todas sentían que ahora tocaban Tierra,
sin que nada lo impidiera.
Había llegado el momento,
de que las Almas contemplaran,
como la Tierra se alimentaba
de la riqueza de las Estrellas del Cielo…
Tras una noche muy larga,
el Alma del Barco pintaba, el resultado de tanta labranza,
sabía que de este modo, podría regalarle al Alma de la Barcaza,
Todo el Amor que juntas tejieron, durante la larga caminata.
Alguien desde un lugar remoto,
observaba el Amor que ambas Almas se brindaban.
El que con ojos sincero mirara,
sabría que nada ni nadie podría jamás separarlas.
Sólo ellas conocían el secreto que las unía,
sólo ellas sabían que el Amor que por Dios sentían,
era la Fuerza que trajeron para vivir este Gran Día.
El Barco quedó en Puerto,
hábiles marineros, descargaban y entregaban la carga a sus dueños.
La Barcaza, quedó allí engalanada,
para que a través de la historia,
se conociera su preciosa hazaña.
La Gratitud que las Almas sentían, era imposible describirla,
quizás algún día…
la historia de ambas…
alguien, escribiría…