Sentí
que estaba muerta,
que
me estaba muriendo,
que
me dejaba el alma,
en
un largo sin vivir.
Y
quise seguir sintiendo.
Fue
así como me uní a mi sentir.
Escuché
una voz ahí adentro,
que
decía…
No
encuentro salida
para
este temor absurdo,
a
no sé que vida…,
desmontada
y vacía,
plena
de artilugios
sin
fuerza ni carisma,
plena
de trastos y dolor.
Percibí
que…
Privada
de dicha,
escuálida,
dócil y languidecida,
peregrina
de la maravilla
que
es la brisa salina,
la
dorada arena cálida,
que
a un tris de velarse por los años andina,
se
cruzó en mi casa
la
sombra de aquello que nunca existió.
Y
entonces me alerto..
de
repente recuerdo
la
falsa maleta,
el
falso combustible,
el
falso temor a lo irascible,
el
falso camino hacia lo imposible…
Y
pienso…
En
ocasiones, puedo ver,
en
otras sólo atender,
soy
y dejo de ser.
Es
el género humano,
somos
perecederos,
nacemos
de nuevo,
nos
ocultamos,
resplandecemos,
escuchamos
y no oímos,
abrimos
la puerta a enemigos,
la
cerramos a los olvidos
y
así una y otra vez,
sin
detenernos a esperar,
a
veces sin aprender.
Recapacito…
Así
es el hombre,
dichoso,
cautivo,
amante
de lo nocivo,
enamoradizo,
de sueños y nostalgias,
con
el pasado, enchido de añoranza.
Morimos
sedientos,
volvemos
casi sin aliento
para
sumergirnos de nuevo,
en
lacerantes duelos,
sitiados
de equipaje,
minados
de recuerdos,
anclados
en lo viejo,
hasta
reventar el alma
y
empezar de nuevo.
Es
entonces cuando decimos,
pero
si no se caminar…,
soy
pequeño y enjuto,
no
tengo donde agarrarme,
doy
tres pasos y me caigo,
tengo
que volver a levantarme.
Y
lo hago…
Me
levanto dichosa,
con
guisa y sin sorna,
con
olvidado desmayo,
con
irreverente cautela,
con
la mochila desvencijada de pena…
Que
alivio digo yo…
Si
ahora tengo lo que necesito,
sé
que siento, me elevo y olvido,
que
este es mi camino,
ese
que siempre añoré.
Ahora…
Me
abruma la calma del horizonte,
con
la arena conforme bajo mis pies.
Con
el agua salpicando mis venas,
sin
por ello languidecer.
Y
predico…
No
soy así si no llega a ser por mi,
por
el amor que me tengo,
porque
el temor quedó muerto,
de
aquello que fui.
Y
así, con mucho amor,
Renací.
Joanna Escuder
09-05-10