Sentí la tierra,
sentí la semilla
que se ocultaba en ella,
sentí al agua humedecer aquella belleza,
sentí al aire
susurrarle al fuego, que se brindara y elevara sus llamas,
para que todos las
viéramos. Sentí…
y sintiendo esperé… esperé el momento.
Esperé, cerciorándome de que lo
verosímil,
era lo único que me iba a hacer creer.
¿Y eso que es? – me
pregunté.
Pues verosímil es, aquello que de la tierra crece,
para con sus
raíces florecer, tras que el aire nutra las hojas,
y viren a tostadas antes de
caer.
Verosímil es, acariciar las hojas con gotas del manantial del
saber,
observar como el tronco que las sustenta, adquiere irisados tonos,
cada
vez que puede verlas crecer.
Verosímil es, la opacidad más alta y la claridad
más baja.
La infinitud de tu Alma y la partícula más oblicua, de todo tu
Ser.
Verosímil es, el néctar que se derrama, fluyendo por ese tronco
intacto,
fulminado por el tiempo, anclado en el espacio, y sólo encontrado
por
los más diestros y alados.
Verosímil es, caminar paso tras paso en pos de tu
serenidad.
Caminar pisando con certeza piedras, pozos y cordilleras,
sin querer
dejar de caminar.
Cuando el Árbol de la vida
encuentre, lo abrazaré.
Será para mí para siempre. No me alejaré. Recordaré que
eso ya lo hice,
y no me olvidaré de cuánto me costó volver.
De verdes hojas el Árbol se llenará.
La suave brisa las mecerá.
Un dulce manantial de agua, nutrirá sus raíces,
mientras de la tierra surgirá,
el más bello e intenso fuego que nunca nadie
conseguirá apagar.
Ese mismo día el éter me envolverá.
Me arropará con todas
sus fuerzas, con todo el Amor que es capaz de brindar.
Sólo entonces sabré que
en mí yace la divinidad.
La fuerza del Espíritu de la Unidad.
Ahí será cuando
El Portal de Dios se abrirá para siempre en mi Corazón,
para no cerrarse jamás.
En ese sagrado lugar, acogeré a todo mí Ser.
Lo meceré. Lo respiraré. Juntos en
esa comunión, seremos los Únicos.
Joanna Escuder
13 de Mayo de 2016