LA PLUMA VIBRA IMPULSADA POR LA MANO FIRME QUE ESCRIBE AQUELLO QUE EN SU INTERIOR VIVE

El Árbol de Mi Vida


Volaba,
inundada de pasión
por alcanzar a vencer el temor
que dentro de mí, luchaba,
dejándome desfallecer,
extenuada y agotada,
por creer no poder saber
lo que alimenta mi propia morada,
la misma que con nuestras manos creamos,
para que fuera habitada,
por la más hermosa alma.

Volaba,
y volando toqué con los pies en el suelo,
abrigando un dulce recuerdo,
el único que traería consigo un mensaje,
que consiguiera relatarme,
aquello que olvidé,
hace ya mucho tiempo.

Volaba,
volaba con alas de águila,
sintiéndome libre para emprender,
aquello que nunca antes me permití,
y lo emprendí,
y me puse a ello,
y lo conseguí.
fui a por mi gran sueño,
lo sentí.

Volaba,
volando resurgí de entre miles de copas centenarias,
que amueblaban un bosque pretérito,
dibujando raíces
en una tierra que sucumbía
a la penumbra de mi propio Cielo.

Volaba,
mientras entre las ramas me hallaba,
soñando con encontrar miles de dones,
soñando con vaciar mis manos de nombres,
de todos aquellos que ocupaban el sitio
en el árbol de la vida que me vio nacer.

Volando y volando soñé,
soñé que esos nombres,
trajeron consigo grandes dones,
y que uno a uno
colocándolos en mis manos
hoy firmes y preparadas
para lo que se proponen,
pude reconocer, amar y hacer crecer,
ese árbol que inmenso de vida,
yace eterno
como alma plena de sabiduría.

Abrazada a su tronco,
bajo la copa,
sujeta a las raíces,
hoy vivo.
porque vivo cuando vuelo,
vuelo surcando el Cielo,
descubriendo todo lo nuevo,
abriendo mis brazos
a mis padres y abuelos,
sabiendo que sin ellos
nunca sería quien soy,
una mujer con miles de dones
que con su magia
puede surcar el Cielo del Bosque
y no perecer.

Joanna Escuder

28-12-2015